Descripción
Óleo sobre lienzo, 120 x 100 cm.
Presto más atención en lo que hago que al resultado futuro que quiero conseguir con ello. Logro así despojarme de mi ego, logrando que mi hacer sea más eficaz, alegre y satisfactorio. Mi faceta de artista no se reduce a ser un medio para un fin, porque entiendo el poder del instante presente de máxima creación. Descubro que no haciendo es cuando mejor puedo hacer, porque vivo con la plena conciencia de que soy alimentada por la gran madre cósmica y ya no me preocupo de nada, al igual que un bebé que vive en el aquí y en el ahora. Sé que toda mi inspiración proviene de Dios y Él se expresa a través mío. Yo no hago nada para que ocurran las cosas y a su vez, lo he hecho todo. El entorno que me rodea es producto de lo que hay en mi interior, por eso me pinto rodeada de una bella naturaleza, la cual primero ha nacido dentro de mí.
Muchas personas pasan haciendo cosas para ser alguien, otras muestran lo que son con lo que hacen. Es por eso que me plasmo en el cuadro pintándome a mí misma, entregando mi vida a la presencia y dejando que ella se exprese a través mío. Es una obra que representa mi amor hacia la naturaleza, la cual me inspira a celebrar la vida, me invita a serenarme y abandonar mi ruido mental para unirme a ella en un campo de quietud, con pleno conocimiento de que hay una energía universal que todo lo sostiene y esta la pinto como una esfera al fondo del espacio. No puede faltar la nube que representa mi conciencia, la cual tiene forma de confite que hace referencia a todos esos dulces momentos de alegría.
